12 diciembre 2006

Nuevo Blog, y parece que promete!

El ciberespacio scout tiene un nuevo anfitrión para navegantes habidos de la temática.
Esta vez con un toque que estaba haciendo fata. Humor críptico hasta ahora pero que invita a tomarlo en cuenta. Es la vuelta y el reencuentro de un viejo scout con sus origenes y sus recuerdos.
Para alivianar la roña de la Gavilla, olvidar el tremendísmo del Perro y desacartonar el aburrimiento de Kim.
Bienvenido Escota!!!
Link en esta página, visítenlo!!!

01 diciembre 2006

¿Qué hacías el 1º de diciembre de 1996?

Yo estaba festejando y pellizcandome.
La animación de Otero le daba marco a uno de los momentos más importantes de mi vida scout.
No estoy arrepentido. Nunca nadie dijo que sería fácil.
Lo sigo recordando como un momento maravilloso.
Lo había soñado mucho tiempo. Era realidad. Los scouts reunidos en una sola gran familia.
Y aunque todas las familias tienen diferencias y a veces la convivencia cuesta mucho esfuerzo para tratar de entender al otro, ese esfuerzo tiene gran recompensa.
Ya a 10 años las divergencias no pasan por los origenes asociativos, hay otras fronteras que muchas veces nos dividen, que no diferencian origenes, sino distíntas formas de llevar a cabo la propuestas en este Gran Juego.
Como creemos que a pesar de todo, siempre es bueno festejar el acuerdo que en algún momento existió y que debemos hacer lo posible para que continúe, hoy, brindaremos por los primeros 10 años. Por los nuevos y los viejos amigos, por los pibes y los que lo siguen siendo en el corazón y, por sobre todo, por todos esos pibes que aún no conocieron el Gran Juego y que están allí, esperando que se lo mostremos.

Sabemos que les estamos debiendo comentarios. Pero no queremos dejar pasar estos días y les mandamos un regalito, esperemos que les guste, es una historia simple en que muchos reconoceran lugares comunes y recordarán historias parecidas: "10 años es un montón"

“10 años es un montón”

Abril de 1997. Llegó el sábado, ese sábado Sebastián comió un poco nervioso, casi no terminó la manzana del postre que ya estaba tocando el timbre Ignacio, su compañero de tercer grado que lo había invitado a conocer su grupo. Sebas no tenía muy claro que era lo que hacían los lobatos de los que Ignacio hablaba todo el tiempo. Jamás había ido de campamento, pero Ignacio no le decía campamento, decía acantomontonamiento o algo asi.
El del último verano en la sierra según Ignacio había sido una barbaridad.

El grupo quedaba a un par de cuadras que hicieron caminando. Sebas nunca había visto a Ignacio con uniforme, no le quiso demostrar que le gustaba muchísimo ponerse esa camisa celeste y esa corbatita de colores.
Llegaron a un campito que estaba al lado de la vía, cerca de la estación abandonada. Tenía una puerta como una tranquera que costaba trabajo abrir y un arco de troncos como los de la luz con un cartel colgando de unas cadenas. No leyó el cartel, entraron a una habitación muy grande de techo de chapas que les abrió una señora que se llamaba Akela según le dijo Ignacio. Doña Akela saludo a Sebas con un beso, resultó ser una tipa cariñosa y ella misma le empezó a mostrar la casita que ella decía que era la cueva. La verdad es que estaba buena, tenía una pared toda pintada como si fuera una selva con palmeras y todo. y entre las ramas había un elefante un oso un tigre negro y un chico. Sebas le preguntó a la Ignacio si allí daban la película de Disney que había visto hace un tiempo sobre un pibe perdido en la selva que lo criaba un oso, unos lobos y un tigre negro. Ignacio se rió y le dijo que allí estaban adentro de la película todos los sábados. Doña Akela asentía con la cabeza y sonreía.

Al rato empezaron a llegar mas pibes con el mismo uniforme y saludaban a la señora como si fuera su mamá. Se veía que debía ser rebuena porque parece que todos la querían. Al rato se lleno de chicos que hacían un ruido bárbaro, pero no hacían lío ni se tiraban tizas, ni nada.
Al rato apareció un señor de bigotes que saludo a todos y les dijo que ya era la hora de la Bandera. Zas!! pensó Seba, como en la escuela!!!. Como en la escuela!!!. Pero no, era distínta la cosa, se formaron alrededor de un tronco. Había chicos más grandes, algunos regrandes con un uniforme parecido. Los lobatos formaron en circulo y empezaron a pegar unos gritos bárbaros. Sebastián ya no entendía nada, hasta los grandotes gritaban, tanto que se asustó un poco, nunca había visto a pibes de la edad de su primo que iba a la secundaria pegando esos gritos todos juntos.

El hombre de bigotes llamó a algunos chicos y empezaron a subir la bandera. Los lobatos saludaban como los jipis que papá siempre le contaba que hacían la V con los dedos. Lo raro de todo eso es que mientras la bandera subía, nadie se reía o cargaba a algún compañero. Todos miraban la bandera. El hombre de bigotes saludó a todos y allí mismo nos llevaron a subir otra bandera de otro país, era amarilla y tenía una cara como la de batman, negra, en el medio y unas palabras que no sabía lo que querían decir. Algo asía como Manada de wuaiwuaigunga

Entre sorpresas, juegos y risas, la tarde se pasó volando y cuando ya era la hora de tomar la leche les dieron mate cocido que estaba recaliente con mucho azúcar, Seba lo tomó hasta la mitad, pero se comió todas las galletitas que le dieron, estaba riquísimas.
Después bajaron la bandera, todos empezaron a gritar de nuevo. Por ahí Seba miró a la puerta y allá estaba su mamá junto con la mamá de Ignacio que se acercaron para hablar con Akela (nadie le decía Doña, sino Akela a secas.

Se fueron juntos como vinieron pero con las madres. Ignacio fue todo el camino hablando de lo buenos que eran los de su seisena y que le diría a Akela que lo pusiera a Seba también en “la gris”.

Casi sin darse cuenta, sábado a sábado, Sebastián se fue haciendo amigo de todos los chicos que estaban en el grupo, hasta los mas grandotes lo saludaban, esto no le había pasado nunca, los de séptimo sólo le hablaban en el recreo para hacerle chistes pesados, y acá hasta lo saludaban hasta los que estaban por terminar la secundaria.

La Promesa

Seba fue comprendiendo lo de la buena acción y empezó a acordarse todos los días, le hacía los mandados a las viejita que vivia sola enfrente, le ayudaba al papá a cortar el pasto, paseaba él sólo a su perro Travolta, un cuzco cualunque que dormía en su cama todas las noches.
Un día Akela le dijo que tenía que hacer la promesa, Seba se pegó un susto bárbaro por que ya empezaba a comprender la responsabilidad que tendría de ahora en más pero el ya se estaba portando como todo un lobato y estas palabras de Akela se lo confirmaban. Además no sabía bien porqué pero siempre Akela tenía las palabras justas y que ella se lo hubiera dicho lo llenó de orgullo.

La semana se hizo interminable y por fin llegó el sabado. Ese día Sebastián inauguraba su camisa que mamá le había comprado en una tienda del centro a la que había ido especialmente por recomendación de Akela, no era celeste como la de Ignacio, pero estaba buenísima. Cuando Ignacio la vió le dijo que no veía la hora de que la celeste le quede chica para que le compren esa de ese color raro que ya usaban los dirigentes y Akela, además de los chicos nuevos.

Cuando el sol de agosto ya casi se había escondido la manada formó un circulo en la cueva que estaba medio a oscuras y con unas antorchas y llegó el momento de la Promesa que tanto había practicado. Su papá no trabajó ese sábado, y junto con mamá le colocaron una insignia con forma de banana con el nombre del grupo, luego de que Akela le puso una flor de lis que no se bajaría nunca de su corazón y Don Carlos, el señor de bigotes, le colocó el pañuelo del grupo.
Ya se sentía uno más en todo, el también tenía su pañuelo en el cuello. Ese día le tocó arriar la bandera y hasta los rovers lo aplaudieron a rabiar. Nunca se había sentido tan importante.


El “acantomontonamiento”

Llegó enero y supo que un acantomontonamiento era un acantonamiento, y lo supo porque viajó en micro junto con todo el grupo a un lugar lleno de campo y arboles más grandes que los de las plazas. Decían que era una estancia, hicieron excursiones, se bañaron en un arroyo bajito y en una pileta redonda de chapa que habían traído de Australia, que estaba al lado de un molino altísimo que giraba con el viento y hacía un ruido a chapa suelta que a veces lo asustaba, pensando que se podía caer.

Durmió por primera vez lejos de su mamá, pero se las arregló para no extrañar porque todo el campamento, todos los días, estuvo Akela, y con la ayuda de Baloo y Hati que siempre hacían chistes buenos el acantonamiento fue divertidísimo.



Los scouts del Padre Fermín.

Sebastián estaba yendo todos los miércoles a la parroquia para estudiar catequesis para su primera Comunión. Ignacio no venía porque el y su familia eran de otra religión que no iba a la iglesia del barrio. Un día tuvo que faltar al grupo porque tenía una actividad un sábado en la parroquia con su catequista. Se sorprendió cuando vió en el patio de la Parroquia a un montón de scouts que estaban vestidos algunos con camisas como la de él y otros con otras más oscuras. También llevaban pañuelo y una piola atada alrededor del pañuelo.

Le preguntó al padre Fermín si esos scouts eran como los de su Grupo. El Padre Fermin, que también tenía un pañuelo en el cuello le dijo que si y que el próximo sábado se reunirían junto con su grupo y otros más para hacer una actividad “districtal” en el parque de los árboles grandes.

El sábado Sebastián fue con su grupo y se encontró con sus compañeros de catequesis que iban al grupo del padre Fermin y con un montón más de scouts y lobatos. Hicieron juegos con mucha gente y terminaron tomando un mate cocido todos juntos.

Fue un dia diferente. Akela les contó que desde hacía unos cuantos meses ellos y los scouts de la Parroquia eran de una misma Asociación, mucho más grande que la anterior o sea que tendría muchos más amigos.

A decir verdad, Sebastián nunca terminó de entender que era eso de la Asociación grande y que antes no eran de la misma y que se yo que…
SI hacían acantonamientos y campamentos, si hacían la misma promesa que los de la parroquia, si también trataban de ser buenos pibes, no podía entender cómo era que antes no se daban bola.

En algún momento pensó que debía ser por las camisas que los rovers de su grupo decían que las celestes eran más facheras, y seguían usándolas aunque les quedaban apretadas porque decían que no se pondrían esa camisa nueva que usaba don Carlos, Akela y los scouts y lobatos nuevos.
Pero esto no le parecía motivo como para no darles bola a los de la parroquia.


El novio de la hermana de Ignacio

Sebastián sabía que la hermana grande de Ignacio, que tenía 17 años y era rover del grupo, estaba de novia con un pibe del grupo de la Parroquia que conocía de la escuela, pero los tenía amenazados con que no se lo cuenten a nadie, porque sus amigos odiaban a los scouts del cura.

Un día en casa de Ignacio, conocieron al pibe y la verdad es que no les pareció tan malo, al contrario, era muy simpático, aunque un poco raro el grandote, quería que lo llamaramos “Elefante romántico”


(Continuará)